CUENTO N° 5


Sinopsis

Bianca Torres es escritora. Desde que comenzó a leer en su juventud, ha quedado maravillada con el poder de las palabras. Estudió Literatura y también es profesora de Lengua en una escuela pública. A pesar de que Bianca adora el romance y la poesía, sus escrituras son policiales; cuentos de terror, poesías oscuras como las de Poe y cuentos bizarros al mejor estilo Burton. Cuando su vida parece una montaña rusa que no hace más que subir, la carrera de Bianca corre peligro, ya que es citada por el jefe policial Juan Pérez. Al parecer, la realidad ha superado la ficción una vez más, cuando por las calles una persona obsesionada con Bianca y su último libro: "Medianoche", ha decidido cometer cada uno de los doce crímenes relatados de forma cruda por ella.

Ahora Bianca corre peligro y junto con el oficial Juan Pérez, deberá encontrar al

plagiador de sus homicidios literarios antes de que llegue al final del libro: en el que la misma escritora muere.

- Entonces, repasemos Bianca ¿Dónde se encontraba ayer a las 12 de la noche?

- Como se lo dije hace dos minutos oficial Pérez, estaba en mi departamento.

Bianca se movió incómoda en la dura silla de la comisaría, donde la habían citado y la dejaron esperando durante una hora, hasta que el oficial Juan Pérez se había decidido a interrogarla.

- ¿Estaba sola? ¿No hay alguien que pueda comprobarlo?

- ¿Mi gato? - murmuró Bianca y se arrepintió al notar su nivel de estupidez. Claro que estaba sola, pensó, ella era una mujer independiente desde los 18 años y, aunque a veces le pesaba la soledad, con su gato Michifuz le bastaba.

- No estoy bromeando. No sé si lo sabe señorita, pero estamos lidiando con un asesino serial aquí.

- Y lo entiendo oficial, pero no soy la persona que busca, yo no maté a nadie.

- Quizás no directamente - Bianca observó cómo Pérez abría las carpetas con las que había estado jugando inconscientemente mientras la interrogaba. Al abrirlas sacó de ellas varios papeles y entre ellos, tomó varias fotos y las dejó expuestas. Al verlas, instantáneamente, Bianca jadeó ante el asombro

- ¿Reconoce alguna de estas personas?

- No, para nada.

Ante su respuesta el oficial señaló una foto y explicó.

- Ella es Julieta Domínguez, fue asesinada el lunes, a las 12 de la noche. Su cuerpo fue hallado con doce puñaladas en el cementerio municipal, debajo de la estatua de Santa María Goretti. Pérez tomó otra foto y ante la estupefacción de Bianca, siguió hablando

 - Él es Tomás Gómez, fue asesinado el martes a las 12, un tiro en la sien y otro en el pecho. Lo encontraron en las escaleras de la Catedral. Igual que antes, el policía colocó la última foto sobre las demás

- Y aquí el más pequeño, Santiago Bernabéu, 12 años, asesinado el miércoles a las 12. ¿Sabe de qué manera?

Bianca afirmó, claro que lo sabía. Según lo que el oficial contaba, todos los asesinatos se habían llevado a cabo de la misma forma que ella los narraba en su último libro "Medianoche". Las víctimas llevaban el mismo nombre de pila, fallecían de la misma manera y eran encontrados en lugares sagrados para los cristianos, tal como ella había imaginado.

- No lo entiendo, o sea, sí, veo lo que intenta decir oficial, p-pero ¡yo no hice nada!

- Tranquilícese Bianca, sé que puede ser difícil, pero debe entender que sus escritos han creado un monstruo.

- ¿Y cómo iba yo a saberlo?

- No la estoy culpando, yo quiero, creo que tanto como usted, saber quién es el asesino y ponerle fin antes de que continúe con la masacre que usted describe en su libro.

- Y quiero lo mismo, no lo dude oficial, ¿pero qué puedo hacer yo?

- Por el momento, deberá ayudarnos con los siguientes asesinatos, según lo que entiendo, en su libro ocurren doce asesinatos ¿cierto?

- Sí, seis hombres y seis mujeres, uno por cada día de la semana, a las 12 de la noche.

- Bien, hasta ahora tenemos los tres primeros casos y, siguiendo con su narración, hoy a medianoche otro asesinato ocurrirá. El problema con nuestro asesino, es que a pesar de cumplir con todo lo demás, él no lleva a cabo los hechos en la misma mansión que usted describe.

- No, claro, la mansión salió de mi imaginación.

- Entonces este asesino debe tener su propia mansión imaginaria, si sólo dejara alguna pista en las escenas todo sería más fácil.

- ¿No han conseguido nada de los crímenes recientes?

- Lamentablemente no, sólo los hemos podido relacionar con usted y su obra gracias al éxito que logró a nivel nacional. Por ello necesitamos que sea cuidadosa Bianca, piense en los detalles implícitos que escribió en su libro, piense de qué manera este asesino pudo entender algo que nosotros no en sus letras e intente resolverlo lo antes posible.

- ¿A qué se refiere oficial?

- Bueno Bianca, yo no tengo tiempo para leer su libro, así que fui directo al final. ¿Usted sabe que indirectamente su final abierto da a entender que algo le sucede a la protagonista cierto?

- Sí, claro que yo me refería a que la escritora deja los homicidios detrás y puede seguir con su vida.

- Yo creo, como muchos, que se da a entender que la escritora muere. Y lo que menos queremos es que nuestro asesino real haya entendido lo mismo, porque en ese caso, usted deberá cuidar sus espaldas.

- ¡Y me lo dijo así nomás mamá! "Deberá cuidar sus espaldas", sí porque una mujer de un metro sesenta puede fácilmente protegerse de un asesino serial.

Bianca se paseaba por todo su departamento cerrando y cubriendo sus ventanas, con las cortinas, muebles, lo que encontrara en el camino lo usaba como tapadera, mientras su madre la observaba sentada en el sillón.

- Lo entiendo Bianca, pero es por eso que debes concentrarte en releer tu libro, ¡busca al asesino con ese policía antes que te encuentre a vos!

- Mami, me sé el libro de memoria, si fuera tan fácil como eso ya tendría la cabeza del psicópata en bandeja de pla...

En el momento en que Bianca tomaba asiento con su madre, calló al escuchar el timbre.

Los cabellos de su nuca se erizaron al pensar que podría ser el mismísimo asesino detrás de su puerta, miró a su madre asustada y ninguna se animó a mover un pelo.

- ¡Bianca! ¡Soy yo!

Al escuchar la voz de su vecino Carlos se relajó.

El mexicano que había llegado hacía un par de meses al edificio y ya habían establecido una buena relación.

Bianca abrió la puerta y al instante sintió los fuertes brazos de su vecino rodearla.

- Termino de ver el noticiero chaparra, lamento todo lo que está pasando - murmuró él en su oído y la inquietó.

- ¿De ver qué? - Preguntó ella y temió que, tal como lo predijo el oficial Juan Pérez, la noticia de que su libro era el manual del último asesino serial del país hubiera llegado a los medios.

Pérez le había advertido que si eso ocurría, no sólo sería acosada por el psicópata obsesionado con sus escritos, sino también por los medios de comunicación que buscarían de todas formas una respuesta a la opción de que ella misma sea la asesina.

La madre de Bianca prendió la televisión del living y, efectivamente, todos los noticieros hablaban del apodado "Asesino de Medianoche".

Bianca se despertó la mañana del viernes con ganas de volver a dormir y despertar jamás.

Como era previsto, se había pasado el jueves evitando las llamadas de periodistas rogando por notas exclusivas, consolando a su madre paranoica porque según ella, su única hija y familia terminaría volviéndose loca por cargar con la culpa de los homicidios y pensando en comprar un arma para defenderse.

Aunque había intentado no dormirse antes de medianoche y estar atenta a todos los movimientos a su alrededor, el sueño le había ganado y sólo se despertó con la llamada del oficial Pérez a las 6 am.

El asesinato del jueves a las 12 se había cumplido y ahora Bianca contaba con la muerte de Dina Fabiola en su espalda.

Al lograr esquivar a los reporteros que rodeaban su cuadra, Bianca se dirigió a la escuela secundaria en la que enseñaba Lengua, decidida a pedir una baja ya que obviamente no podría presentarse a trabajar si su vida estaba en peligro.

- ¡Profe! - Bianca saltó en su lugar al escuchar un agudo grito llamarla y al voltear sonrió al encontrar a una de sus alumnas de 5to año caminando hacia ella.

- Hola Florencia - saludó a la joven y no escondió su sonrisa cuando ésta la abrazó, adoraba la buena relación que manejaba con los adolescentes y sobretodo, con una de sus alumnas preferidas.

- Profe ¿cómo está? Me enteré del loquito que anda suelto, ¡qué miedo que copie lo que escribió!

- Sí Flor, es horrible. Tenemos que tener mucho cuidado ahora, faltan como ocho muertes más y no veo la hora de que lo encuentren.

- ¡Ojalá que lo agarren! Espero que no le pase nada a usted profe, ya sabemos como termina el libro y no quiero que le pase nada.

- Vamos a estar bien, vos cuídate y seguí estudiando.

- Obvio, como siempre. ¡Nos vemos!

Bianca vio cómo la joven volvía a su salón y fue directo a la oficina del director.

Separarse de su cargo como profesora le iba a costar luego de ejercer tantos años seguidos, enseñar le apasionaba tanto como escribir pero al final, esperaba que valiera la pena cambiar su forma de vida para sentirse segura.

El fin de semana había pasado.

Mientras algunas personas disfrutaban de sus días libres, el oficial Juan Pérez se había pasado los últimos días yendo de acá para allá intentando conseguir al menos una pista sobre el "Asesino de Medianoche".

Tal como estaban descritos en el libro de Bianca Torres, los asesinatos del Viernes, Sábado y Domingo habían dejado huella en las comunidades cristianas, ya que todos los fallecidos eran encontrados en lugares sagrados para ellos. No era raro que se especulara sobre "cultos satánicos".

Pero su experiencia le indicaba que el asesino era incentivado por mucho más que un culto.

Algo en su instinto le decía que el asesino estaba más cerca de lo que creía y, que Bianca Torres corría peligro no sólo por el final abierto de su libro que daba a entender que debía ser la última asesinada. Sino también, porque el ejecutor de los crímenes se debía haber obsesionado tanto con el libro que deseaba tener también una relación  con su escritora y eso llevaba a que el asesino busque desesperadamente su atención.

¡Claro! ¿Cómo no lo había pensado antes?

Pérez salió por de sus pensamientos al oír el teléfono de su oficina y dio un vistazo rápido al reloj de su muñeca, éste indicaba que eran las 2 de la mañana. Suspiró antes de atender y casi que no le sorprendió saber que otro cuerpo había sido hallado en la capilla de San Pedro.

Bianca limpió sus lágrimas con el tercer pañuelo del paquete que su madre le había comprado y se removió una vez más en la dura silla de la oficina del oficial Pérez.

Se había enterado hacía media hora mediante la radio matutina, que el Domingo a la medianoche habían asesinado a Florencia Suárez, la alumna con la que hacía un par de días había conversado y el hecho la tenía conmocionada.

Luego de unos minutos, el oficial Pérez tomó asiento frente a ella.

- Veo que ya se ha enterado - Ante confirmación silenciosa, continuó hablando – Me temo que el asesino sólo busca su atención Bianca, al principio pensé que se trataba de un ególatra y que, con todos los medios hablando de él se conformaría. Pero el cambio en el Modus Operandi indica que sólo le interesas tú.

- ¿Por eso mató a una alumna inocente? ¡Está loco!

- Y no lo niego Bianca, pero básicamente sí. Esta persona está obsesionada con usted y supongo que a partir de ahora buscará acercarse a usted matando a sus allegados. Si quiere, puedo ofrecerle protección para usted y su madre, pero eso es todo, debo tener a mis agentes recorriendo cada Iglesia.

Bianca se sentía agotada, tanto física como mentalmente.

No dormía desde el asesinato del Sábado, aún menos luego de saber quién fue la víctima del Domingo y temía por sus demás alumnos ese Lunes.

La culpabilidad y tristeza la sobrepasaban, sentía que cada muerte la perseguiría el resto de su vida. No podía olvidar los rostros de los padres del niño de doce años, ni de los amigos y compañeros de Florencia.

Pensar que todo era obra de un libro que había pensado inspirada un día de lluvia, en el que había pocas cosas para hacer y su cabeza estaba llena de cosas para escribir. Estaba siendo atormentada por la ficción hecha realidad y por alguien que en ese momento podría estar viéndola por la rendija de la puerta, esperando a que hiciera un movimiento para saltar sobre ella.

El ruido del timbre provocó un espasmo en ella. Bianca se cubrió aún más con su cobija y siguió acostada, decidida a no levantarse aún sea el mismísimo asesino quien golpeara su puerta.

- ¡Bianca soy Carlos! ¡Ya sé que estás acá! - Su vecino volvió a tocar el timbre y

Bianca se removió en su lugar y suspiró, dudando si levantarse o no - ¡No salís desde el Viernes wey! ¿Seguís viva?

- No por mucho - murmuró hacia ella misma y se levantó a abrirle a su insistente vecino.

Juan Pérez debía actuar rápido, había sido informado por sus superiores de que si no atrapaba al asesino favorito de los medios antes de la próxima víctima, sería desplazado de su cargo e Interpol tomaría el caso.

Claro que le gustaría contar con el apoyo de la Asociación, pero encontrar al Asesino de Medianoche ya era un caso personal.

Estaba harto de que su gente circulara con miedo por la calle, del toque de queda impuesto por la Municipalidad a las 23:00 hs. y de los pedidos para que cierren Iglesias y cementerios, ya que así "el asesino no tendría dónde dejar los cuerpos", claro que todo le parecía absurdo.

- Jefe, tengo los registros de los vecinos de la señorita Bianca Torres - Pérez salió de sus pensamientos al oír a uno de sus agentes entrar en su oficina con unos cuántos papeles.

- Perfecto, ¿algo raro o fuera de lo común?

- Para nada jefe, lo único es que no encontré los de su vecino mexicano, el tal Carlos Guevara.

- ¿Quién es ese y por qué no tenemos sus registros agente?

- Según la dueña del edificio, Guevara es el más reciente, llegó hace unos meses, tiene el departamento frente a Bianca y se han hecho buenos amigos. Pero no tiene pasaporte, su documento está vencido y trabaja en negro en una empresa de seguros.

- ¿Sin pasaporte y con documento vencido consigue entrar sin ningún problema a nuestro país?

Vamos a investigar un poco sobre este tal Carlos.

Bianca sirvió el café en dos tazas diferentes y le agregó dos cucharadas de azúcar a cada una. Mezcló un poco y abrió el paquete de masitas dulces ante la atenta mirada de su vecino.

- Bueno, la merienda ya está, ahora tenés que elegir la serie.

- ¿Merienda? Ja ¿no te parece que es un poco tarde para merendar?

- ¿Quién dice que no se puede merendar a las diez de la noche? Aparte, yo no tengo ganas de cocinar, poné una serie y dejá de quejarte que mi café es el mejor.

- Y no lo niego bella, vení sentate que hay una serie de terror que está muy buena.

Bianca tomó asiento junto a su vecino y por un segundo se permitió sentirse en paz, imaginó que su vida no corría peligro y que dentro de dos horas no ocurriría otro asesinato.

Eran las 7 am y aún nadie encontraba nada.

Pérez comenzaba a desesperarse. ¿Sería posible que el asesino se detuviera?

Se paseaba por la estación de policías de un lado a otro, las patrullas que custodiaban Iglesias por las noches comenzaban a regresar sin rastros de algún crimen y aunque          los demás parecían felices y victoriosos, él se negaba a pensar que eso era todo.

- Jefe, encontré unas huellas que coinciden.

El agente con el que investigaba al tal Carlos Guevara le habló y Pérez intuyó que algo se avecinaba

- Mire, este es James Cueva, 18 años cuando lo liberaron de la Correccional de Menores de Guadalajara, con cargos por hurto a mano armada y a los 22 fue imputado por los asesinatos de su madre y padre pero lo liberaron por falta de pruebas. Vivió en Bolivia los últimos dos años y hace unos meses logró entrar a nuestro país.

- Llega acá y se encuentra con una vecina escritora, lee su libro Medianoche; la triste historia de una mujer incomprendida que asesina a sus padres y enamorado, a ocho personas más y luego se suicida. ¿Se siente comprendido, identificado y decide recrear sus obras para que Bianca le preste la atención que jamás en su vida le dieron?

- Es una buena teoría jefe.

Los rayos del sol molestan en la cara de Bianca. Ella bosteza y se despabila al sentir unos brazos en su cintura.

Abre los ojos y, al contrario de asustarse, sonríe al ver a Carlos acostado junto a ella y abrazándola. Hacía tiempo que no se sentía así con alguien y temía comenzar a pensar como una adolescente enamorada.

El timbre del departamento la sobresaltó y se paró dispuesta a atender con velocidad para que el ruido no despertara a su compañero de cafés.

- ¿Qué pasó oficial Pérez? - preguntó confundida al verlo en la puerta de su casa.

- ¿Se encuentra aquí su vecino Carlos Guevara?

- S-sí, está en el sillón.

- Okay, venga conmigo señorita.

Pérez la tomó del brazo y la colocó detrás de su espalda, la arrastró hacia el ascensor y allí le explicó su teoría sobre Guevara.

- ¿Está segura de que estuvo con él toda la noche?

- S-sí, sí segurísima, me dormí más tarde que él y desperté más temprano. P-pero ¿por qué me hizo esto?

- Evidentemente se ha obsesionado con usted Bianca, al identificarse con el personaje de su libro, las acciones tan parecidas de ambos, las emociones que usted describe y él debió sentir, lo han llevado a pensar que usted es como él. Todo lo que hizo fue para llamar su atención, para lograr que se interese por él y al lograrlo, como anoche, quizás decidió que no era necesario seguir asesinando ya que tenía lo que quería en sus brazos.

- ¡E-Está loco!

- Sí, pero no tema Bianca, mis hombres ya lo han capturado y esta ola de asesinatos ha terminado.

Meses de terapia habían ayudado a Bianca Torres a terminar con sus pesadillas y seguir su vida normal.

Volvió a dar clases en la escuela secundaria y fue partícipe del acto en conmemoración de su ex alumna, Florencia.

Aunque era por desgracias, su libro Medianoche estaba siendo un éxito internacional y, aunque aún le costaba escribir sobre crímenes después de todo lo que habían inspirado sus escritos, se había estado esforzando por hacer una segunda parte donde explicara que la protagonista seguía viva.

El oficial Juan Pérez se había consagrado como un héroe nacional al atrapar al Asesino de Medianoche, pero aún así, algo en su instinto le decía que algo raro había.

Le resultaba tan extraño que un supuesto asesino, tan experimentado, que no había dejado ni una sola pista, ni un solo mensaje o nota, que se había esforzado tanto por mantenerse en las sombras decidiera, de la noche a la mañana, dejar todo y arriesgarse a ser encontrado sólo por pasar una sola noche con la escritora. Se sentía decepcionado por no poder interrogar él mismo al asesino y enfrentarlo cara a cara.

Pero de todas formas, para el mundo, todo había terminado la noche que encontraron al Asesino de Medianoche ahorcado en su propia celda con una copia del libro de Torres a sus pies y una cita marcada que leía "Me verás volver".



Medianoche. Cuento ganador MTLC 2018. Autora: Agustina Servin 4° TIPP 2018.
Selección de Ilustración y edición digital: Lorenzo Rivera.