Sinopsis
Bianca Torres es
escritora. Desde que comenzó a leer en su juventud, ha quedado maravillada con
el poder de las palabras. Estudió Literatura y también es profesora de Lengua
en una escuela pública. A pesar de que Bianca adora el romance y la poesía, sus
escrituras son policiales; cuentos de terror, poesías oscuras como las de Poe y
cuentos bizarros al mejor estilo Burton. Cuando su vida parece una montaña rusa
que no hace más que subir, la carrera de Bianca corre peligro, ya que es citada
por el jefe policial Juan Pérez. Al parecer, la realidad ha superado la ficción
una vez más, cuando por las calles una persona obsesionada con Bianca y su
último libro: "Medianoche", ha decidido cometer cada uno de los doce
crímenes relatados de forma cruda por ella.
Ahora Bianca corre
peligro y junto con el oficial Juan Pérez, deberá encontrar al
plagiador de sus homicidios literarios
antes de que llegue al final del libro: en el que la misma escritora muere.
- Entonces, repasemos Bianca ¿Dónde se
encontraba ayer a las 12 de la noche?
- Como se lo dije hace dos minutos oficial
Pérez, estaba en mi departamento.
Bianca se movió incómoda
en la dura silla de la comisaría, donde la habían citado y la dejaron esperando
durante una hora, hasta que el oficial Juan Pérez se había decidido a interrogarla.
- ¿Estaba sola? ¿No hay alguien que pueda
comprobarlo?
- ¿Mi gato? - murmuró Bianca y se
arrepintió al notar su nivel de estupidez. Claro que estaba sola, pensó, ella
era una mujer independiente desde los 18 años y, aunque a veces le pesaba la
soledad, con su gato Michifuz le bastaba.
- No estoy bromeando. No sé si lo sabe
señorita, pero estamos lidiando con un asesino serial aquí.
- Y lo entiendo oficial, pero no soy la
persona que busca, yo no maté a nadie.
- Quizás no directamente - Bianca observó
cómo Pérez abría las carpetas con las que había estado jugando
inconscientemente mientras la interrogaba. Al abrirlas sacó de ellas varios
papeles y entre ellos, tomó varias fotos y las dejó expuestas. Al verlas, instantáneamente,
Bianca jadeó ante el asombro
- ¿Reconoce alguna de estas personas?
- No, para nada.
Ante su respuesta el
oficial señaló una foto y explicó.
- Ella es Julieta Domínguez, fue asesinada
el lunes, a las 12 de la noche. Su cuerpo fue hallado con doce puñaladas en el
cementerio municipal, debajo de la estatua de Santa María Goretti. Pérez tomó
otra foto y ante la estupefacción de Bianca, siguió hablando
-
Él es Tomás Gómez, fue asesinado el martes a las 12, un tiro en la sien y otro
en el pecho. Lo encontraron en las escaleras de la Catedral. Igual que antes,
el policía colocó la última foto sobre las demás
- Y aquí el más pequeño, Santiago Bernabéu,
12 años, asesinado el miércoles a las 12. ¿Sabe de qué manera?
Bianca afirmó, claro que
lo sabía. Según lo que el oficial contaba, todos los asesinatos se habían
llevado a cabo de la misma forma que ella los narraba en su último libro
"Medianoche". Las víctimas llevaban el mismo nombre de pila,
fallecían de la misma manera y eran encontrados en lugares sagrados para los
cristianos, tal como ella había imaginado.
- No lo entiendo, o sea, sí, veo lo que
intenta decir oficial, p-pero ¡yo no hice nada!
- Tranquilícese Bianca, sé que puede ser
difícil, pero debe entender que sus escritos han creado un monstruo.
- ¿Y cómo iba yo a saberlo?
- No la estoy culpando, yo quiero, creo
que tanto como usted, saber quién es el asesino y ponerle fin antes de que
continúe con la masacre que usted describe en su libro.
- Y quiero lo mismo, no lo dude oficial,
¿pero qué puedo hacer yo?
- Por el momento, deberá ayudarnos con los
siguientes asesinatos, según lo que entiendo, en su libro ocurren doce
asesinatos ¿cierto?
- Sí, seis hombres y seis mujeres, uno por
cada día de la semana, a las 12 de la noche.
- Bien, hasta ahora tenemos los tres
primeros casos y, siguiendo con su narración, hoy a medianoche otro asesinato
ocurrirá. El problema con nuestro asesino, es que a pesar de cumplir con todo
lo demás, él no lleva a cabo los hechos en la misma mansión que usted describe.
- No, claro, la mansión salió de mi
imaginación.
- Entonces este asesino debe tener su
propia mansión imaginaria, si sólo dejara alguna pista en las escenas todo
sería más fácil.
- ¿No han conseguido nada de los crímenes
recientes?
- Lamentablemente no, sólo los hemos
podido relacionar con usted y su obra gracias al éxito que logró a nivel
nacional. Por ello necesitamos que sea cuidadosa Bianca, piense en los detalles
implícitos que escribió en su libro, piense de qué manera este asesino pudo
entender algo que nosotros no en sus letras e intente resolverlo lo antes posible.
- ¿A qué se refiere oficial?
- Bueno Bianca, yo no tengo tiempo para
leer su libro, así que fui directo al final. ¿Usted sabe que indirectamente su
final abierto da a entender que algo le sucede a la protagonista cierto?
- Sí, claro que yo me refería a que la
escritora deja los homicidios detrás y puede seguir con su vida.
- Yo creo, como muchos, que se da a
entender que la escritora muere. Y lo que menos queremos es que nuestro asesino
real haya entendido lo mismo, porque en ese caso, usted deberá cuidar sus
espaldas.
- ¡Y me lo dijo así nomás mamá!
"Deberá cuidar sus espaldas", sí porque una mujer de un metro sesenta
puede fácilmente protegerse de un asesino serial.
Bianca se paseaba por
todo su departamento cerrando y cubriendo sus ventanas, con las cortinas,
muebles, lo que encontrara en el camino lo usaba como tapadera, mientras su
madre la observaba sentada en el sillón.
- Lo entiendo Bianca, pero es por eso que
debes concentrarte en releer tu libro, ¡busca al asesino con ese policía antes
que te encuentre a vos!
- Mami, me sé el libro de memoria, si
fuera tan fácil como eso ya tendría la cabeza del psicópata en bandeja de
pla...
En el momento en que
Bianca tomaba asiento con su madre, calló al escuchar el timbre.
Los cabellos de su nuca
se erizaron al pensar que podría ser el mismísimo asesino detrás de su puerta,
miró a su madre asustada y ninguna se animó a mover un pelo.
- ¡Bianca! ¡Soy yo!
Al escuchar la voz de su
vecino Carlos se relajó.
El mexicano que había
llegado hacía un par de meses al edificio y ya habían establecido una buena
relación.
Bianca abrió la puerta y
al instante sintió los fuertes brazos de su vecino rodearla.
- Termino de ver el noticiero chaparra,
lamento todo lo que está pasando - murmuró él en su oído y la inquietó.
- ¿De ver qué? - Preguntó ella y temió
que, tal como lo predijo el oficial Juan Pérez, la noticia de que su libro era
el manual del último asesino serial del país hubiera llegado a los medios.
Pérez le había advertido
que si eso ocurría, no sólo sería acosada por el psicópata obsesionado con sus
escritos, sino también por los medios de comunicación que buscarían de todas
formas una respuesta a la opción de que ella misma sea la asesina.
La madre de Bianca
prendió la televisión del living y, efectivamente, todos los noticieros
hablaban del apodado "Asesino de Medianoche".
Bianca se despertó la
mañana del viernes con ganas de volver a dormir y despertar jamás.
Como era previsto, se
había pasado el jueves evitando las llamadas de periodistas rogando por notas
exclusivas, consolando a su madre paranoica porque según ella, su única hija y
familia terminaría volviéndose loca por cargar con la culpa de los homicidios y
pensando en comprar un arma para defenderse.
Aunque había intentado no
dormirse antes de medianoche y estar atenta a todos los movimientos a su
alrededor, el sueño le había ganado y sólo se despertó con la llamada del
oficial Pérez a las 6 am.
El asesinato del jueves a
las 12 se había cumplido y ahora Bianca contaba con la muerte de Dina Fabiola
en su espalda.
Al lograr esquivar a los
reporteros que rodeaban su cuadra, Bianca se dirigió a la escuela secundaria en
la que enseñaba Lengua, decidida a pedir una baja ya que obviamente no podría
presentarse a trabajar si su vida estaba en peligro.
- ¡Profe! - Bianca saltó en su lugar al
escuchar un agudo grito llamarla y al voltear sonrió al encontrar a una de sus
alumnas de 5to año caminando hacia ella.
- Hola Florencia - saludó a la joven y no
escondió su sonrisa cuando ésta la abrazó, adoraba la buena relación que
manejaba con los adolescentes y sobretodo, con una de sus alumnas preferidas.
- Profe ¿cómo está? Me enteré del loquito
que anda suelto, ¡qué miedo que copie lo que escribió!
- Sí Flor, es horrible. Tenemos que tener
mucho cuidado ahora, faltan como ocho muertes más y no veo la hora de que lo
encuentren.
- ¡Ojalá que lo agarren! Espero que no le
pase nada a usted profe, ya sabemos como termina el libro y no quiero que le
pase nada.
- Vamos a estar bien, vos cuídate y seguí
estudiando.
- Obvio, como siempre. ¡Nos vemos!
Bianca vio cómo la joven
volvía a su salón y fue directo a la oficina del director.
Separarse de su cargo
como profesora le iba a costar luego de ejercer tantos años seguidos, enseñar
le apasionaba tanto como escribir pero al final, esperaba que valiera la pena
cambiar su forma de vida para sentirse segura.
El fin de semana había
pasado.
Mientras algunas personas
disfrutaban de sus días libres, el oficial Juan Pérez se había pasado los
últimos días yendo de acá para allá intentando conseguir al menos una pista
sobre el "Asesino de Medianoche".
Tal como estaban
descritos en el libro de Bianca Torres, los asesinatos del Viernes, Sábado y
Domingo habían dejado huella en las comunidades cristianas, ya que todos los
fallecidos eran encontrados en lugares sagrados para ellos. No era raro que se especulara
sobre "cultos satánicos".
Pero su experiencia le
indicaba que el asesino era incentivado por mucho más que un culto.
Algo en su instinto le
decía que el asesino estaba más cerca de lo que creía y, que Bianca Torres
corría peligro no sólo por el final abierto de su libro que daba a entender que
debía ser la última asesinada. Sino también, porque el ejecutor de los crímenes
se debía haber obsesionado tanto con el libro que deseaba tener también una
relación con su escritora y eso llevaba
a que el asesino busque desesperadamente su atención.
¡Claro! ¿Cómo no lo había
pensado antes?
Pérez salió por de sus
pensamientos al oír el teléfono de su oficina y dio un vistazo rápido al reloj
de su muñeca, éste indicaba que eran las 2 de la mañana. Suspiró antes de
atender y casi que no le sorprendió saber que otro cuerpo había sido hallado en
la capilla de San Pedro.
Bianca limpió sus
lágrimas con el tercer pañuelo del paquete que su madre le había comprado y se
removió una vez más en la dura silla de la oficina del oficial Pérez.
Se había enterado hacía
media hora mediante la radio matutina, que el Domingo a la medianoche habían
asesinado a Florencia Suárez, la alumna con la que hacía un par de días había
conversado y el hecho la tenía conmocionada.
Luego de unos minutos, el
oficial Pérez tomó asiento frente a ella.
- Veo que ya se ha enterado - Ante
confirmación silenciosa, continuó hablando – Me temo que el asesino sólo busca
su atención Bianca, al principio pensé que se trataba de un ególatra y que, con
todos los medios hablando de él se conformaría. Pero el cambio en el Modus
Operandi indica que sólo le interesas tú.
- ¿Por eso mató a una alumna inocente?
¡Está loco!
- Y no lo niego Bianca, pero básicamente
sí. Esta persona está obsesionada con usted y supongo que a partir de ahora
buscará acercarse a usted matando a sus allegados. Si quiere, puedo ofrecerle
protección para usted y su madre, pero eso es todo, debo tener a mis agentes
recorriendo cada Iglesia.
Bianca se sentía agotada,
tanto física como mentalmente.
No dormía desde el
asesinato del Sábado, aún menos luego de saber quién fue la víctima del Domingo
y temía por sus demás alumnos ese Lunes.
La culpabilidad y
tristeza la sobrepasaban, sentía que cada muerte la perseguiría el resto de su
vida. No podía olvidar los rostros de los padres del niño de doce años, ni de
los amigos y compañeros de Florencia.
Pensar que todo era obra
de un libro que había pensado inspirada un día de lluvia, en el que había pocas
cosas para hacer y su cabeza estaba llena de cosas para escribir. Estaba siendo
atormentada por la ficción hecha realidad y por alguien que en ese momento
podría estar viéndola por la rendija de la puerta, esperando a que hiciera un movimiento
para saltar sobre ella.
El ruido del timbre
provocó un espasmo en ella. Bianca se cubrió aún más con su cobija y siguió
acostada, decidida a no levantarse aún sea el mismísimo asesino quien golpeara
su puerta.
- ¡Bianca soy Carlos! ¡Ya sé que estás
acá! - Su vecino volvió a tocar el timbre y
Bianca se removió en su
lugar y suspiró, dudando si levantarse o no - ¡No salís desde el Viernes wey!
¿Seguís viva?
- No por mucho - murmuró hacia ella misma
y se levantó a abrirle a su insistente vecino.
Juan Pérez debía actuar
rápido, había sido informado por sus superiores de que si no atrapaba al
asesino favorito de los medios antes de la próxima víctima, sería desplazado de
su cargo e Interpol tomaría el caso.
Claro que le gustaría
contar con el apoyo de la Asociación, pero encontrar al Asesino de Medianoche
ya era un caso personal.
Estaba harto de que su
gente circulara con miedo por la calle, del toque de queda impuesto por la
Municipalidad a las 23:00 hs. y de los pedidos para que cierren Iglesias y cementerios,
ya que así "el asesino no tendría dónde dejar los cuerpos", claro que
todo le parecía absurdo.
- Jefe, tengo los registros de los vecinos
de la señorita Bianca Torres - Pérez salió de sus pensamientos al oír a uno de
sus agentes entrar en su oficina con unos cuántos papeles.
- Perfecto, ¿algo raro o fuera de lo
común?
- Para nada jefe, lo único es que no
encontré los de su vecino mexicano, el tal Carlos Guevara.
- ¿Quién es ese y por qué no tenemos sus
registros agente?
- Según la dueña del edificio, Guevara es
el más reciente, llegó hace unos meses, tiene el departamento frente a Bianca y
se han hecho buenos amigos. Pero no tiene pasaporte, su documento está vencido
y trabaja en negro en una empresa de seguros.
- ¿Sin pasaporte y con documento vencido
consigue entrar sin ningún problema a nuestro país?
Vamos a investigar un
poco sobre este tal Carlos.
Bianca sirvió el café en
dos tazas diferentes y le agregó dos cucharadas de azúcar a cada una. Mezcló un
poco y abrió el paquete de masitas dulces ante la atenta mirada de su vecino.
- Bueno, la merienda ya está, ahora tenés
que elegir la serie.
- ¿Merienda? Ja ¿no te parece que es un
poco tarde para merendar?
- ¿Quién dice que no se puede merendar a
las diez de la noche? Aparte, yo no tengo ganas de cocinar, poné una serie y
dejá de quejarte que mi café es el mejor.
- Y no lo niego bella, vení sentate que
hay una serie de terror que está muy buena.
Bianca tomó asiento junto
a su vecino y por un segundo se permitió sentirse en paz, imaginó que su vida
no corría peligro y que dentro de dos horas no ocurriría otro asesinato.
Eran las 7 am y aún nadie
encontraba nada.
Pérez comenzaba a
desesperarse. ¿Sería posible que el asesino se detuviera?
Se paseaba por la
estación de policías de un lado a otro, las patrullas que custodiaban Iglesias
por las noches comenzaban a regresar sin rastros de algún crimen y aunque los demás parecían felices y
victoriosos, él se negaba a pensar que eso era todo.
- Jefe, encontré unas huellas que
coinciden.
El agente con el que
investigaba al tal Carlos Guevara le habló y Pérez intuyó que algo se avecinaba
- Mire, este es James Cueva, 18 años
cuando lo liberaron de la Correccional de Menores de Guadalajara, con cargos
por hurto a mano armada y a los 22 fue imputado por los asesinatos de su madre
y padre pero lo liberaron por falta de pruebas. Vivió en Bolivia los últimos
dos años y hace unos meses logró entrar a nuestro país.
- Llega acá y se encuentra con una vecina
escritora, lee su libro Medianoche; la triste historia de una mujer
incomprendida que asesina a sus padres y enamorado, a ocho personas más y luego
se suicida. ¿Se siente comprendido, identificado y decide recrear sus obras
para que Bianca le preste la atención que jamás en su vida le dieron?
- Es una buena teoría jefe.
Los rayos del sol
molestan en la cara de Bianca. Ella bosteza y se despabila al sentir unos
brazos en su cintura.
Abre los ojos y, al
contrario de asustarse, sonríe al ver a Carlos acostado junto a ella y abrazándola.
Hacía tiempo que no se sentía así con alguien y temía comenzar a pensar como
una adolescente enamorada.
El timbre del
departamento la sobresaltó y se paró dispuesta a atender con velocidad para que
el ruido no despertara a su compañero de cafés.
- ¿Qué pasó oficial Pérez? - preguntó
confundida al verlo en la puerta de su casa.
- ¿Se encuentra aquí su vecino Carlos
Guevara?
- S-sí, está en el sillón.
- Okay, venga conmigo señorita.
Pérez la tomó del brazo y
la colocó detrás de su espalda, la arrastró hacia el ascensor y allí le explicó
su teoría sobre Guevara.
- ¿Está segura de que estuvo con él toda
la noche?
- S-sí, sí segurísima, me dormí más tarde
que él y desperté más temprano. P-pero ¿por qué me hizo esto?
- Evidentemente se ha obsesionado con
usted Bianca, al identificarse con el personaje de su libro, las acciones tan
parecidas de ambos, las emociones que usted describe y él debió sentir, lo han
llevado a pensar que usted es como él. Todo lo que hizo fue para llamar su
atención, para lograr que se interese por él y al lograrlo, como anoche, quizás
decidió que no era necesario seguir asesinando ya que tenía lo que quería en sus
brazos.
- ¡E-Está loco!
- Sí, pero no tema Bianca, mis hombres ya
lo han capturado y esta ola de asesinatos ha terminado.
Meses de terapia habían
ayudado a Bianca Torres a terminar con sus pesadillas y seguir su vida normal.
Volvió a dar clases en la
escuela secundaria y fue partícipe del acto en conmemoración de su ex alumna,
Florencia.
Aunque era por
desgracias, su libro Medianoche estaba siendo un éxito internacional y, aunque
aún le costaba escribir sobre crímenes después de todo lo que habían inspirado
sus escritos, se había estado esforzando por hacer una segunda parte donde
explicara que la protagonista seguía viva.
El oficial Juan Pérez se
había consagrado como un héroe nacional al atrapar al Asesino de Medianoche,
pero aún así, algo en su instinto le decía que algo raro había.
Le resultaba tan extraño
que un supuesto asesino, tan experimentado, que no había dejado ni una sola
pista, ni un solo mensaje o nota, que se había esforzado tanto por mantenerse
en las sombras decidiera, de la noche a la mañana, dejar todo y arriesgarse a
ser encontrado sólo por pasar una sola noche con la escritora. Se sentía decepcionado
por no poder interrogar él mismo al asesino y enfrentarlo cara a cara.
Pero de todas formas,
para el mundo, todo había terminado la noche que encontraron al Asesino de
Medianoche ahorcado en su propia celda con una copia del libro de Torres a sus
pies y una cita marcada que leía "Me verás volver".
Medianoche. Cuento ganador MTLC 2018. Autora: Agustina Servin 4° TIPP 2018.
Selección de Ilustración y edición digital: Lorenzo Rivera.